miércoles, 30 de abril de 2008

Ha pasado algo de tiempo




Si, ha pasado algo de tiempo desde la última entrada en el Blog y en este lapso han nacido Isabel y Arturo, hijos de Alejandra Siu y Cristina Fabry respectivamente, y también murió mi papá el 11 de enero de 2008.



Estaba bien fregado el tata, y también estaba cansado de sus achaques.

Para todos nosotros no fue una sorpresa su muerte, lo fue solo el momento. Ese dia, que fue viernes, yo estaba en la oficina atendiendo un sinfin de cosas cuando me llamaron y Paula me dice que llame urgente a la casa de mi mamá, al rato me llamó Iván y me dice que él va saliendo, me vine a mi casa a buscar algo de ropa y partimos a buscar a Pía y a Piera.

En casa Ignacio me preguntaba insistentemente que que pasaba, que a donde iba. Le dije que el tata estaba muy mal y que lo más probable era que se muriera, que yo iba a ver que pasaba y que lo llamaría cuendo tuviese noticias.

En la carretera íbamos todos callados y nerviosos, sabíamos que mi viejo se estaba jugando los descuentos y que el panorama no era de lo más auspicioso.

Cuando íbamos en el by-pass de Rancagua le confirmaron a Iván que mi papá había muerto en la ambulancia que lo llevó hasta el hospital de Talca, los médicos de urgencia bajaron a atenderlo dado lo mal que llegó, pero a esas alturas ya no había mucho más que hacer. Lo devolvieron a San Javier para que le hicieran los papeles de defunción allí, si los hubiesen hecho en Talca hubiesen tenido que hacerle autopsia.

Nosotros llegamos a San Javier a juntarnos con mi mamá, ella estaba muy nerviosa y alterada, pero cuando ya nos vió a Iván a Pía y a mi se tranquilizó mucho. Ella consigió que nos dejaran pasar al depósito a ver a mi papá. Gracias a Dios se fue rápido y sin mucha conciencia de lo que pasaba, murió tranquilo y asi lo reflejaba su aspecto general, la posición de su cuerpo, las manos, la expresión de la cara.

Dejamos a mi mamá con Pía y con Piera, también con mi tía Wanda, que estaba en la casa de Alfonso Diéguez, y con Iván partimos a Linares a hacer los arreglos con la funeraria, de allí nos fuimos a Villa Alegre a buscar a mi mamá y seguimos a San Javier para ir a buscar a mi papá.

Mientras Iván se quedaba conversando con mi mamá en el auto, para que se tranquilizara, yo me las tuve que ver ayudándole al hombre de la funeraria para vestir a mi papá. Eso fue duro, super duro ... pero había que apechugar no más. Es cierto que era un cadáver, pero no cualquier cadáver, era el cadáver de mi papá. Lo vestimos con uno de sus ternos, zapatos recién lustrados y le pusimos un jasmín del cabo el el hojal. Para ponerlo dentro del cajón tuve que ir a buscar a Iván ya que se necesitaba uno más para la tarea.

Pusimos el cajón dentro de la carroza y partimos a la iglesia de Villa Alegre. En el camino pasamos por calle Torreblanca frente de la primera casa en la que vivieron mis papás cuando se casaron.

Llegamos a Villa Alegre en un cortejo que solo tenía la carroza y el auto en el que íbamos mi mamá, Iván y yo.

En la iglesia nos esperaban parientes amigos y cercanos. Dejamos todo preparado y arreglado para el velorio.

Aquí tuve que hacer de tripas corazón para llamar a Ignacio y confirmarle que efectivamente el tata había muerto. Esto me preocupaba mucho porque Ignacio era bien apegado a mi papá y él sabía que el tata estaba enfermo.
Una vez cerrado el velatorio volvimos a casa de mi mamá a comer algo ya que en general con todas las carreras del dia andábamos todos con el estómago vacío.

También esperábamos a René, a Anita y a Jorge, el novio de Piera que estaban en viaje. Ellos llegaron aproximadamente a la 1 de la mañana, conversamos un rato y las mujeres se quedaron en casa con mi mamá y los hombres nos fuimos a dormir a casa de Mónica Pinochet.

El sábado continuaba el velorio. Vino mucha gente, parientes, amigos, conocidos. Comenzaron a llegar las coronas, los saludos, mucha gente que se acordaba de mi papá. El sábado también vinieron Nelson, Bernardo y Felipe Siu - Ale estaba de viaje en Alemania - quienes volvieron esa misma noche a Santiago.

El mismo sábado hicimos la misa fúnebre en la que pedimos por el descanso de mi papá. Mi mamá leyó, con la discreta escolta de Iván y René, unas palabras que había escrito para la ocasión. Para la misa también vinieron Nelson, Bernardo y Felipe Siu - Ale estaba de viaje en Alemania - quienes volvieron esa misma noche a Santiago.

Terminada la misa y cerrado el velatorio volvimos a casa de mi mamá a comer y a preparar el traslado de mi papá al cinerario del Parque del Recuerdo.

Nuevamente se quedaron las mujeres con mi mamá y los hombres nos fuimos a dormir a casa de Mónica Pinochet.

El domingo tocamos la diana temprano y a las 8 de la mañana estábamos saliendo con los restos de mi papá rumbo a Santiago. En el cortejo venía la carroza, el auto de Iván, en el que viajaban además mi mamá, Pía y Anita y la camioneta mía en la que venían además René y Piera. En el viaje aprovechamos de rezar unos rosarios por el viejo.

Llegamos al Parque del Recuerdo y ahí la cosa era grande, había mucha, pero mucha gente, relacionada con el trabajo de Iván, había amigos, parientes, estaba toda la gente de mi oficina, realmente que nos sorprendimos.

También allí nos juntamos con Verito, Ignacio y Martina, eso fue lindo, no los había visto a ellos desde el viernes en la mañana, habíamos hablado por teléfono pero nada más. Para mi fue una emoción verlos a los tres juntitos.

Luego vino la ceremonia en la que Pía dijo algunas palabras, en esta parte a Ignacio le bajó toda la pena por el tata y se puso a llorar desconsoladamente, ese fue un momento dificil. Después vino la entrega del ataud en el crematorio, aqui pasó algo tan curioso, mientras bajaban el ataud Martina le hacía chao con su manito, seguro que dentro de las palabras que decía el cura algo le sonó a despedida y ella le hizo chao.

Terminada la ceremonia cada uno se fue para su casa, estábamos todos cansados, trasnochados y con mucha tensión encima.

En la semana fuimos con mi mamá, Iván y Pía a buscar las cenizas al crematorio, las que dejamos en casa de Pía a la espera del 28 de marzo, fecha que pusimos de común acuerdo para llevarlas al mausoleo de la familia de mi papá en San Javier.

1 comentario:

AleMamá dijo...

He oído la reseña de esos momentos en que yo no estuve acá, y me vuelven a sonar nuevos y entrañables. No estuve, pero no pasa día sin que recuerde una y otra vez los dichos y actitudes, divertidas y exaperantes también del viejo. Hasta las cosas que me molestaban con el tiempo que va pasando van tomando un color de nostalgia.

Qué bueno que escribieras de nuevo.

Un beso grande
Ale